Una fuerza malvada, pero desconocida, está a punto de llegar a un mundo dividido por reinos de ninfas, enanos, salvajes y humanos, entre otros seres. La salvación frente al mal reside en dos niñas, Hyra y Destino, que poseen el mayor don, el don de las tejedoras de almas.
Durante la historia aparecerán personajes crueles y aprovechados. Los proscritos buscarán adueñarse de los dones de otros seres mágicos para destinarlos a un sueño eterno. Intentarán hacer lo mismo con las dos niñas, aunque no están solas. El Consejo de las Cinco Puntas y las Hijas del Desierto, entre otros estamentos, protegen y preparan a Hyra y Destino para que utilicen su poder en el momento indicado. En Tejedoras de almas: El concilio de los ungidos, J.F. Acroll traza un libro que transporta al lector a un mundo repleto de seres apasionantes, donde el mal y el bien se miden en una pugna de tintes épicos repleta de emoción. ¡Ejemplares de promoción agotados! ¡Gracias a todos! |
La primera vez que pensé en crear el mundo de Tejedoras de almas fue por un sueño. No sé la razón, pero hace como tres años soñé con una niña, con el pelo moreno y llamas púrpuras en sus manos. Esa niña miraba fijamente a otra, algo más mayor y rubia, que le sostenía la mirada al fondo de una habitación oscura. No hablaban, no se movían, simplemente se miraban. Ese sueño me hizo obsesionarme con esas dos niñas, y empecé a darle vueltas a sus rostros, a pensar en su historia, a darles vida. Recordé una historia que había escrito cuando era niño sobre dos hermanas elfas, Sildriel y Mindriel, reinas de un lejano reino en el mar, y pensé que su historia podría servirme para dar vida a Hyra y Destino, las dos niñas con las que había soñado. . Poco a poco me fui dejando llevar y el mundo de Ma’oz apareció ante mí. Hice mapas, inventé lenguas, ciudades, tradiciones, personajes, amores, odios, rencillas y rencores y, poco a poco, la primera parte de Tejedoras de almas estaba lista para ser el punto de partida de una saga de la que podría escribir años.
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Siempre me ha gustado leer, desde pequeño. Cuando fui creciendo, esa pasión por leer me llevó a empezar a escribir pequeños textos, reflexiones, anotar ideas… Pero no fue hasta que me fui a vivir a París que me decidí a darle forma a todas las historias de mi mente para crear algo nuevo. Así surgió Cuentos y recuerdos del viejo Lulot, un libro en el que un peculiar abuela ayuda a un joven contándole historias llenas de moralejas y magia. Lo presenté a varios concursos, que por descontado no gané, y al tiempo me decidí a autopublicarlo, simplemente por diversión. Cuando la gente empezó a leerlo y a decirme qué le parecía, me di cuenta de que el joven de la historia era yo mismo, y esos cuentos eran reflexiones para ayudarme a entender un poquito mejor ciertas cosas de la vida y sanar mi propia alma. París fue la ciudad que me animó a escribir, por lo que siempre le guardaré un hueco en mi corazón. A la vuelta de París, me mudé a Madrid para seguir estudiando, y empecé a escribir varias historias, que por lo personales y duras que me resultaban no he sido capaz de concluir, pero algún día verán la luz. Ya en mi Granada natal, las protagonistas de Tejedoras de almas llegaron a mí entre sueños, y poco a poco cree un mundo para ellas. De hecho, el mundo de los sueños y la importancia de cuidar el alma tienen un peso en la historia, y utilizo muchos de los viajes que he hecho y de los sitios en que he vivido para inspirarme y crear reinos y personajes.
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